AB: Quiero que Dios estreche su mano, descubra su rostro y me hable.
D: Y sigue en silencio.
AB: Lo llamo en la oscuridad, pero es como si nadie estuviera ahí.
D: Quizás, no hay nadie.
AB: Entonces la vida es un horror insoportable. Ningún hombre puede vivir enfrentando la Muerte, sabiendo que todo es nada.
D: La mayoría de personas no piensa en la Muerte ni en la nada.
AB: Pero un día estarás en el borde de la vida y enfrentarás la oscuridad.
D: Ese día.
BERGMAN, Ingmar. Det sjunde inseglet. Suecia, 1957.
Y somos menos que una gota en el océano. En un abrir y cerrar la bicicleta roja tras la cortina desapareció, tu risa al verme ir y perderme en esas blancas y brillantes cortinas se terminó. Los viajes a Huanchaco vestido como un muñeco a tu gusto (aunque también al mío) se extinguen en mis recuerdos. Los días que lloré sin entender por qué te ibas tan lejos y las postales que me enviabas que reanimaban mi pobre corazón. La tristísima historia de que el amor jugando a las escondidas fue lastimada en los ojos sin querer por la locura, la espantosa tabla del ocho que me tomabas por teléfono, la postal de un pollito que bailaba, tu regreso, tu cabello pintado y hasta los reproches que ya casi había olvidado, hoy pelean contra el tiempo y el olvido que la acompaña.
En un abrir y cerrar ya pasó y te grito, te digo que no, que sí, que no hagas bulla. Sin pensar que la vida se va a esfumar, para ti y para mí, que en algún momento ya no me verás, que dejaré de verte, pues ¿qué pruebas podemos tener de que te vea después de que esto se acabe? ninguna. Entonces, qué tontos somos todos los hombres y mujeres por olvidarlo, por no recordarlo, siempre. Sin miedo, con valentía, pero sabiéndolo. No hay garantías de que nos veamos después, o que seamos capaces de recordarlo.
Ahora ya no recuerdo, olvido, dejo de acordarme, te pierdo en mi mente, y quizás te pierda para siempre, entonces, solo debo tocar tu puerta y sentarme, ver una película, reírnos, abrazarte, bromearte y no dejarte de querer. Sé que en algún momento ya no te veré, y quiero hacer cada momento único, agradecerte por darme un pedazo de tu vida, de tu quizás única vida, de tu único existir, de tu única chance, pues después puede que ya no hayan más.
Y por eso debo pedirte perdón.
Tengo miedo de perderte, pero debo aceptarlo, así como tú también. Así me duela verte sufrir de dolor, no permitiré que sufras por no haber reído más conmigo, por creer que no me importas, por no haber tendido tu cama el día que retorcías de dolor y veía tu fragilidad en tu carne. Tocaré tu puerta esta noche y te pediré perdón, te haré reír y compartiremos nuestras vidas finitas el uno con el otro para vivir, con un recuerdo que se derrumbará, difuminará, desaparecerá, terminará, pero un momento que siempre existirá, así sea en una gota en el mar de una ola que ya reventó más allá de mi vista. Quiero que me sigas regalando bicicletas rojas detrás de una hermosa y resplandeciente cortina blanca, reírme contigo, abrazarte y susurrarte, yo también tengo una bicicleta roja para ti.
¿Por qué haces esto?, con alegría me preguntarás.
Por que si todo es nada, esta puede ser mi única oportunidad y no quiero que ya no nos veamos y estemos arrepintiendonos, preguntándonos ¿por qué, por qué, por qué no fuimos felices una vez más?
viernes, 23 de septiembre de 2011
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3 comentarios:
No entiendo.
i totally get it ;)
papi que lindo escribes, te dejo mi numero 993764877 preguntas por koki nomas
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